Posición oficial de las Organizaciones de Carreras de Argentina sobre participación de corredores por fuera de la inscripción formal
El conjunto de los Organizadores de Carreras de Argentina firmantes al pie, en un hecho sin precedentes, emitimos este primer comunicado de manera conjunta que expresa nuestro pensamiento común.
En estos días nuevamente ha tomado vigencia el tema de los corredores que participan de carreras sin estar inscriptos. Intentaremos expresarnos con nuestro mayor respeto, pues en la mayoría de los casos se trata de personas que lo hacen sin conocer ni medir las implicancias y consecuencias.
Podrán esgrimir cientos de argumentos para justificar tal actitud, pero objetivamente correr una carrera sin estar inscripto no corresponde, resulta perjudicial no solo para el propio evento y la organización, sino también para el resto de los participantes que cumplieron con todas las formalidades. Y resulta tan inaceptable como entrar colado al cine, viajar en tren sin pagar, o colgarse del cable de energía que pasa por la puerta de casa. Que muchas de estas actitudes resulten hechos cotidianos, no deja de convertirlas en una irresponsabilidad, un abuso y un delito.
Cuando un Gobierno autoriza las calles para una carrera su uso deja de ser libre, quedando limitado a las condiciones del evento para el cual fueron solicitadas. En ese mismo sentido, cuando una organización realiza una carrera aventura o trail, debe contar también con la autorización de los titulares de las tierras para el paso de los corredores y esto siempre se limita a las condiciones definidas. Entre las cuales se exige en ambos casos al organizador la constitución de seguros tanto nominales por cada participante como de la Responsabilidad Civil de la organización. Una razón básica para esto es que la responsabilidad de lo que allí acontezca no deja de recaer sobre el Estado o propietario según se trate, en tanto que cabe al organizador, además, la obligación del control de todo lo que allí acontezca.
Afortunadamente existen hoy en Argentina cientos de propuestas por fin de semana con distintos niveles de organización, servicios y costos. Si la Avda. Libertador está ocupada con una carrera fastuosa, nada impide que un corredor pueda elegir otra en Costanera Sur o Lomas de Zamora porque gusta más de lo sencillo, porque la cree más popular o simplemente por su menor costo. Seguramente tendrá también algunas opciones de carreras gratis organizadas por algún municipio, o incluso por privados pues las hay. Tampoco nada le impedirá que ejerza su derecho a correr, y hasta medirse con su propio cronómetro dando giros por el Rosedal que en ese momento está libre de acceso y queda a pocos metros.
Pero si a pesar de no estar inscripto elije correr el mega evento de Libertador, será probablemente porque de él le seducen muchas de las cosas de las que incluso reniega en su justificativo; gustará tal vez de su colorido, de la música penetrante y estimulante, de la escenografía montada, del entorno social, las cámaras y probablemente hasta del glamour que rodea por ser un mega evento. Aspectos que implicaron la intervención e inversión de una organización que pretende ignorar.
Y si el motivo no fuese ese, y simplemente lo estimula su pasión por correr y el gusto de estar junto a cientos de amigos, sin hacer daño a nadie, debe conocer que para poder tener la calle libre hubo una organización que pidió autorización y abonó los cánones correspondientes, que para garantizarlo dispuso personal para los cortes afrontando ese costo, que para cruzar un campo o un parque hubo también un organizador autorizado que dispuso un sistema de marcación y señalización que sin el evento no estaría, además de contra prestar por dicha autorización. Que dimensionó un sistema de seguridad y contrató profesionales de la salud previsto para atender un determinado número de participantes, que programó la entrega de agua y otros productos pensando en cuantos corredores confirmaron su participación, que el agua que tomen otros faltará a los inscriptos que lleguen luego y que ese recurso no es infinito, que dimensionó el sonido en base a la cantidad de personas, contrató staff en cantidad acorde a cuantas personas debían atender. Dimensionó los espacios y evaluó el ancho de las calles o senderos en función de la cantidad de participantes. Y que contrató además un seguro para cubrirlos y que pesa sobre todos los actores una responsabilidad incluyendo a quienes no están anotados.
Pero incluso, si el corredor no inscripto no quisiese hacer uso de los insumos (medallas, agua, isotónico) desconoce si el organizador en conjunto con los patrocinadores planearon un evento acotado en público por estrategia de marketing, pensando incluso en exclusividad por odioso que parezca el término, la cual nadie externo tiene el derecho de violentar, pues correr una carrera no se trata de una necesidad, ni de un servicio público. Es un placer y como tal puedo hacerlo hasta solo o dando vueltas a mi casa sin molestar a nadie.
Muchas veces se piensa en uno como la persona única; que puede hacer a una organización prevista para diez mil que yo corra sin anotarme??… Sin dudas el primero en arrojar una botella por la ventana del auto pensó en que ese plástico solo no afectaría el ecosistema, sin dudas la primera fábrica que irresponsablemente arrojó sus desechos a un río pensó que sería la única y nadie ni el planeta lo percibirían. En muchos casos, los corredores fuera de carrera llegan a superar el 10% de los participantes formales, todos ellos pensando que son únicos…
Sabemos que entre los miles que hoy están asumiendo esta actitud desprolija muchos lo hacen de buena voluntad, muchas veces nos saludan a su paso diciendo; no había más lugar pero igual estoy presente acompañándote! Muchas veces portan la camiseta del año anterior mostrando su afinidad al evento. Muchas veces lo hacen para acompañar a un amigo que incluyeron por primera vez en la actividad. Entendemos su intención, pero no contribuyen al evento, no ayudan al corredor, por el contrario ocupan un espacio no previsto y representan un riesgo potencial para ellos y la organización que deberá atenderlos independientemente de su inscripción o no, la que deberá distraer una ambulancia de ser necesario y quedará un importante recurso menos para atender a quien previsoramente se anotó en tiempo y forma.
El maratón de Boston definió por décadas que no más de 10 mil corredores participarían de la misma, esto mientras NYC Marathon tenía 30 mil o Londres 50 mil. Lo hizo por marketing, por capacidad organizativa o por las razones que fueran pero cada año miles quedaban con las ganas de participar de este evento reservado a muy pocos. Imaginamos que hubiese sido si cada uno de ellos se auto adjudicaban el derecho de correrla igualmente?
Aquí no se trata de que sin corredores no habría organizadores, o que sin organizadores no habría corredores. Si la organización comercial no fuese un negocio lícito, la actividad volvería a los de la década del 80 donde la carrera más grande reunía a no mas de 1000 corredores, se corría entre los automóviles, los tiempos se conocían una semana después (cuando se conocían) y fundamentalmente se limitaban a corredores profesionales o semi profesionales porque en los planes de nadie estaba el corredor recreacional.
Fue la sinergia entre organizaciones, patrocinadores, Estado y corredores la que puso en marcha esta magnífica actividad que crece día a día y que es tan democrática que da cabida para todos los gustos y posibilidades pues hay eventos costosos, pero también los hay gratis. Afortunadamente hay lugar para todos, lo importante es que cada uno entienda donde y como puede ubicarse sin molestar ni violentar al resto.
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