En la cinta o en la calle: ¿dónde conviene más correr?
La pregunta del millón. Todo runner ha pasado por este dilema más de una vez, acá lo aclaramos
Es el debate de nunca acabar. Corredores de todo el mundo se preguntan una y otra vez si conviene más correr en la cinta o salir a la calle. La respuesta es relativa, pues las ventajas de uno son las desventajas del otro, y viceversa.
Evalúemos entonces por separado, qué sirve y qué no, de correr con el primer o el segundo método:
En la cinta
Para empezar, un lugar cerrado evita que el corredor se tope con problemas que impliquen factores climáticos y de temperatura. Esto es muy ventajoso.
Hay quienes opinan que correr en una cinta en el gimnasio o en la casa puede ser más fácil por tratarse de una superficie “más blanda”, lo que beneficia a la musculatura implicada en lesión. Podés controlar un ritmo suave y sin aceleraciones. Con esto eliminás dificultades de desnivel y reducís el impacto.
Sin embargo, hay entrenadores que señalan como riesgoso el correr siempre el mismo tiempo, con la misma velocidad y una misma inclinación. El sobreuso de la cinta -sin darte cuenta- hace que tus pies golpeen la superficie más de mil veces por cada kilómetro recorrido. La repetición continua de este movimiento incrementa la posibilidad de una lesión en articulaciones o ligamentos.
Para evitar lesiones, reiteran la necesidad de incluir variaciones en la inclinación (un grado o dos) para simular el terreno del exterior. Asimismo, recomiendan incrementar ligeramente la velocidad (15 segundos más rápido por kilómetro), ya que correr en la cinta favorece el desplazamiento; no tenés que tirar de tu cuerpo, por lo que la resistencia es ligeramente menor.
Correr en interiores provoca una mayor transpiración, lo que aumenta la sensación de fatiga. La monotonía de un lugar cerrado también puede generar una sensación de cansancio. La técnica para evitar aburrirte y así no abandonar es planificar entrenamientos largos y cumplirlos, con variación en intensidad, velocidad e inclinación.
En el asfalto
Sin duda, el gran factor en contra es el ambiental. Hay que tener en cuenta el nivel de contaminación de la ciudad donde habitamos. La polución es fatal, y en esos casos, la solución es acudir a las zonas más verdes y/o montañosas.
El horario es fundamental ya que las temperaturas extremas afectan un montón el rendimiento. Por ejemplo, en verano, correr con una elevada temperatura provocará siempre mayor transpiración y mayor fatiga.
Lo mismo ocurre con el porcentaje de humedad. Un porcentaje muy elevado puede causar el disparo de las pulsaciones.
Si corrés en la calle, tené en cuenta que el horario ideal es por la mañana, entre las 7:00 y las 10:00 horas. Esto también favorece a aquellos que buscan perder peso, ya que se produce el incremento del metabolismo y del gasto calórico a lo largo del día.
La ventaja de hacerlo por la noche -entre las 17:00 y las 20:00- es que facilita el sueño, reduce el estrés y disminuye el riesgo de lesiones por la temperatura corporal que en la mañana es más baja que por la noche.
Por otro lado, correr al aire libre te acerca a la naturaleza, despejando el cerebro e incrementando el entusiasmo en la actividad física.
La Universidad de Exeter, en Reino Unido, realizó un estudio científico hace unos años, concluyendo que correr en un ambiente natural “está asociado con mayores sentimientos de revitalización y participación positiva, reduce la tensión, la confusión, la rabia y la depresión, y aumenta la energía”.
Correr afuera también te permite “economizar el bolsillo” durante el ejercicio. Es más dinero el que se invierte en la mensualidad de un gimnasio que en un parque arbolado.
La decisión es tuya.
¿Y vos qué opinás? ¿Cinta o calle?
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